En las últimas 24 horas, el Ejército de Israel ha llevado a cabo una serie de ataques tanto en la Franja de Gaza como en Líbano, en una escalada de tensiones sin precedentes desde 2006. Según informes, las fuerzas israelíes han atacado un total de 320 objetivos relacionados con los grupos armados palestinos Hamas y la Yihad Islámica Palestina.
Durante la noche, se llevaron a cabo «incursiones limitadas» en la Franja de Gaza por parte de las fuerzas terrestres israelíes con el objetivo de combatir a los grupos armados palestinos presentes en la zona. Estos ataques terrestres se suman a los ataques aéreos previos y se centran en los lugares donde se ha detectado que Hamas está reuniéndose, como medida preventiva para evitar una posible invasión israelí más amplia.
En cuanto al ataque transfronterizo llevado a cabo por Hamas el pasado 7 de octubre, el principal portavoz militar israelí, el contraalmirante Daniel Hagari, confirmó que se tomaron como rehenes a 222 personas durante este incidente. Este asalto ha sido uno de los detonantes de la actual situación de tensión entre ambas partes.
Pero las acciones de Israel no se han limitado únicamente a la Franja de Gaza. Las fuerzas israelíes también han llevado a cabo ataques dirigidos contra la milicia chií Hizbulá en el sur de Líbano. Según informes, se han lanzado cohetes y misiles antitanque hacia la frontera israelí desde esta región. Israel continúa atacando objetivos de Hizbulá en un intento por neutralizar posibles amenazas.
La situación actual es la más tensa que se ha vivido desde el año 2006, cuando tuvo lugar la guerra entre Israel y Hizbulá. Además de los ataques y enfrentamientos armados, la tensión se ha extendido a nivel político, con llamados a la calma de la comunidad internacional y preocupación por el deterioro de la situación humanitaria en Gaza.
Estos sucesos continúan siendo objeto de seguimiento y análisis por parte de la comunidad internacional, que busca encontrar una solución pacífica a esta escalada de tensiones. Mientras tanto, la incertidumbre y el temor prevalecen en la región, ante la posibilidad de un aumento de los enfrentamientos y las consecuencias que estos puedan acarrear para la población civil.
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