«Phill Wilson: el activista que lucha por el fin del sida»
Phill Wilson es un sobreviviente del VIH que ha dedicado su vida a luchar contra esta enfermedad. Diagnosticado positivo en 1985, apenas unas semanas después de que el Gobierno de Estados Unidos autorizase la primera prueba del VIH, los médicos le dieron seis meses de vida. Sin embargo, en lugar de rendirse, Wilson decidió fundar con otros en su misma situación el Grupo Operativo Nacional para la Prevención del SIDA (NTFAP) en 1988.
Consciente de la importancia de las organizaciones lideradas por los propios afectados o colectivos en riesgo, Wilson decidió fundar el Black Aids Institute, cuyo eslogan es “Nuestra gente, nuestro problema, nuestra solución”. Estas organizaciones, aunque pequeñas, son indispensables para poner fin a la epidemia de sida como amenaza para la salud pública en 2030.
A pesar de los avances en la lucha contra el sida, aún queda mucho por hacer. En 2022, hubo 1,3 millones de nuevas infecciones, 9,2 millones de los 39 millones que vivían con el VIH no accedían a antirretrovirales y 630.000 personas fallecieron por enfermedades relacionadas con el sida, más de una cada minuto.
Además, los fondos destinados a estas organizaciones han disminuido en los últimos años. Según la ONU, en 2021 solo representaban un 20% del total, mientras que en 2012 alcanzaban el 31%. Esto pone en peligro los avances logrados hasta ahora.
Sin embargo, no todo son malas noticias. Las muertes relacionadas con el sida han disminuido casi un 70% desde su punto máximo en 2004, y las nuevas infecciones por VIH se encuentran en el punto más bajo desde los ochenta. A pesar de esto, los avances no son suficientemente rápidos y el mundo no está en camino de cumplir los objetivos de 2025 y 2030.
En América Latina, la situación es preocupante. Desde 2010 ha habido un aumento del 8% en nuevos casos. Los aumentos más pronunciados se han experimentado en Europa del Este y Asia Central, con un crecimiento del 49%, y en Oriente Próximo y Norte de África, con un 61%.
África subsahariana, que concentra la mayor carga de la enfermedad, es la región que logra mayores avances, pero se necesita más financiamiento para seguir progresando. Los programas llevados a cabo por organizaciones comunitarias están asociados a un aumento en el acceso al tratamiento del VIH y el uso de servicios de prevención.
A pesar de los esfuerzos de personas como Phill Wilson, la financiación global destinada a abordar esta epidemia también disminuyó en 2022 y volvió al mismo nivel que en 2013. La represión contra la sociedad civil y los derechos humanos de las comunidades marginadas afecta a los servicios de prevención y tratamiento del VIH.
Sin embargo, el fracaso «no es inevitable». Un empujón a las comunidades puede acelerar la lucha y concluir con éxito la estrategia 95-95-95, que busca que para el año 2030 el 95% de las personas con el VIH conozcan su estado serológico, el 95% de las personas diagnosticadas reciban terapia antirretroviral continuada y el 95% de las personas en tratamiento tengan supresión viral.
Phill Wilson es un ejemplo de lucha y compromiso en la batalla contra el sida. Su dedicación y la de muchas organizaciones como la suya son fundamentales para alcanzar un mundo libre de esta enfermedad.
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