El brutal apuñalamiento del sábado en Australia no fue un atentado terrorista, sino un acto de locura. El agresor, identificado como Joel Cauchi, un hombre de 40 años con problemas mentales, no mostraba motivación ideológica para el ataque, según la Policía de Sídney.
Cauchi fue diagnosticado con una enfermedad mental a los 17 años y llevaba una vida itinerante. Según fuentes cercanas, tenía una obsesión por los cuchillos y buscaba amigos para disparar armas de fuego. El sábado, entró en un centro comercial y acuchilló a varias personas, siendo cinco de las seis víctimas mujeres.
Entre los heridos se encuentra un bebé de nueve meses en estado crítico. La familia del agresor está devastada y reconocen sus problemas mentales desde la adolescencia. La inspectora Amy Scott fue considerada una heroína por abatir al agresor y evitar más víctimas.
El incidente ha conmocionado a Australia y ha reavivado el debate sobre la salud mental en el país. A pesar de no haber sido un acto terrorista, la brutalidad del ataque ha dejado a la sociedad australiana impactada y conmocionada. Según las autoridades, es necesario mejorar el acceso a la atención médica para personas con problemas mentales para prevenir futuros episodios como este.