El Papa Francisco sigue sin poder visitar China, a pesar de los esfuerzos diplomáticos del Vaticano. Hasta la fecha, ningún Papa ha podido realizar una visita oficial al país. Sin embargo, el gobierno de Xi Jinping parece querer mostrar que establece las reglas del juego ante Roma.
Recientemente, China ha desafiado a la Santa Sede al nombrar unilateralmente a un nuevo obispo de Shanghái. Esto ha generado tensiones y malestar en el Vaticano, ya que existe una Iglesia clandestina en el país que sigue siendo fiel a Roma, en contraposición a la Iglesia oficialista, que depende del Partido.
Durante su visita a Mongolia, se esperaba que muchos católicos chinos acudieran, pero solo un grupo reducido pudo hacerlo debido a las restricciones impuestas por el régimen comunista. Durante una misa en Mongolia, el Papa envió un saludo al pueblo chino y pidió a los católicos que sean buenos cristianos y ciudadanos.
Este mensaje fue interpretado como una defensa de los católicos chinos y como una reivindicación del reconocimiento de la Iglesia. Sin embargo, el gobierno chino no parece estar contribuyendo mucho para rebajar las sospechas y abrir las puertas a una visita del Papa.
A pesar de las dificultades, la misa celebrada en Mongolia fue considerada un éxito, a pesar de no llenar todos los asientos. Mongolia cuenta con menos de 1,500 católicos en total, por lo que la presencia de un grupo reducido de fieles fue significativa.
Durante la eucaristía, el Papa destacó que no es necesario ser grandes, ricos o poderosos para ser felices. Este mensaje de humildad y cercanía sigue resonando en la comunidad católica, a pesar de los obstáculos que enfrenta la Iglesia en China.
El Vaticano sigue trabajando para establecer un diálogo con el gobierno chino, con la esperanza de que se pueda lograr una visita del Papa en un futuro cercano. Mientras tanto, los católicos chinos siguen luchando por practicar su fe en condiciones de clandestinidad y enfrentando la presión de un gobierno que quiere controlar la religión en el país.
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